A inicios de 2006 propuse a FINJUS organizar un diplomado de "Derecho Público para periodistas". La entidad, con la comprensión de su director ejecutivo Servio Tulio Castaños, aceptó mi propuesta y nos pusimos a trabajar.
En el diplomado hubo charlas que comunicaron útiles saberes y experiencias, conferencias magistrales de personalidades jurídicas de apellidos tan altos como los de Subero Isa, Castaños Guzmán, J.C., Pina Toribio, Artagnan Pérez, Jorge Pratts, o JM Pellerano, por decir. Milton Ray Guevara nos impresionó tanto con su conferencia introductoria sobre Constitución, reforma y democracia, que casi nos convence de estudiar derecho, aunque sea en UNICARIBE, que es lo que nos toca a los que ya recién llegamos a 40, o, a los que como Cristhian Jiménez y Jochy Santos rondan los 60, según supe el miércoles 28 de mayo en Hoy Mismo y El mismo golpe.
En el diplomado pudimos comprobar cuánto y con qué frecuencia muchos periodistas nos equivocamos al opinar sobre temas jurídicos, y todo por no entender las reglas de juego de la justicia, que parte de la Constitución apoyado en un Código que explica los procedimientos y por eso se llama Código Procesal Penal y no Farewel. Todo lo anterior viene a cuento, porque esta vez ha tocado a la magistrada, -Magistrada, no sólo por ser jueza sino por la maestría de una vida honrada, vertical, y socialmente útil- doña Miriam Germán, enfrentar duras críticas por su decisión sobre el caso Omega.
Pero resulta, y lo aprendimos en el diplomado, que ahora más que nunca, una jueza no puede ir más allá de lo que le imponen las leyes y le pide el ministerio público. Alguien debería escribir ya el "Manual del Derecho URGENTE para periodistas", para, explicarnos, entre otras cosas, por qué cuando los cuerpos auxiliares de la Justicia, (fiscales, PN) son incapaces de recolectar las pruebas y realizar correctamente la investigación en que se basa una acusación, por ejemplo, contra un barrialmente -que no judicialmente- reconocido narcotraficante, no puede una jueza, aunque tenga bellas piernas, ay, "aunque en sus caderas no se ponga el sol", hacer más que aplicar las leyes.
Casos como el de doña Miriam, (de quien sólo conozco su ejemplar trayectoria) y el torturador auditivo "Omega", se repiten cada día y generan errados análisis periodísticos que ofenden, sin proponérselo, el honor de más de una magistrada. Los periodistas de opinión deberíamos apoyarnos con más frecuencia en las explicaciones de especialistas en cada tema a tratar. Combinar mejor: información y opinión.
Este bulevar es un reconocimiento a la trayectoria de doña Miriam, pero además quiere ser una humilde sugerencia a mis colegas, y sobre todo, una pública autocrítica, 25 años después de opinar y contar la vida, como un bulevar.
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