“Usted nos trajo la libertad, general, díganos ahora qué carajo hacer con ella”.
Un bolivariano a Simón Bolívar, según El Gabo.
La demoscopia y sus saberes, -es decir, las científicas encuestas-, más el sentido común, y sobre todo el traumático temor al pasado reciente que la candidatura del PRD simboliza, nos dicen que Leonel Fernández ganará en la primera vuelta su derecho a ejercer la presidencia del país por tercera vez.
Pero las preguntas traen respuestas, y las victorias también.
Las preguntas que podría generar este posible triunfo de LF, sus aliados y el PLD, son muchas y difíciles, comenzando por la más sencilla y salsera: “¿Y habrá cama pa’ tanta gente?”. “Pero no es eso, solamente”, don Pedro Mir, no es eso, solamente.”
En su lucha por derrotar al PRD, -genial y audaz como felino, creativo como un cantor, tomado en su dirección y otros estamentos por todo lo que el PPH, sus fortunas y sus pecados representan negativamente para el país,- el PLD, ya digo, en su descarnada lucha electoral ha venido sacrificando sus esencias éticas e ideológicas -hasta rozar la arrogancia-, y bajo la lógica narcisista de saberse el “mal menor”, se ha sumado a las tradicionales prácticas de clientelismo, uso y abuso de los recursos del Estado, contra las cuales tanto había luchado desde aquel noviembre de 1973, hasta aquel verano de 1999, en sus elecciones internas. (El periodismo es memoria y mucho corazón, amor.)
El resultado de esta transformación pragmática y terrible del PLD, tan exitosa electoralmente, es un Leonel convertido ya en el más influyente líder conservador del país, cómodo entre Vincho y Morales Troncoso, justo al lado de Leo Matos. Pero resulta que, bibliográfica, ideológica y estatutariamente, el PLD, -del cual LF es presidente y su más admirado y respetado dirigente-, es la negación hecha partido de lo que ha sido el pensamiento y el accionar político de la derechona nacional y sus andanzas. , incluida la electoral.
Las encuestas y el miedo al pasado decretan el triunfo electoral de LF en primera vuelta. Sin embargo, el PLD debe recordar con Sartre al lado, que, no porque el otro sea el infierno, somos nosotros el paraíso. Don Pirro, el de Epiro, llamó ayer a la Casa Nacional.
Como en el amor, también en política pueden la gente, los partidos, morir de éxitos, y que un escribidor cansado, esperando a Godot y al sol, le dejé caer la pregunta. ¿Y?
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