Este es un bar por la palabra, el amor, los versos, o sea, la patria. Por un periodismo irreverente pero responsable... y para ciudadanos.
viernes, 1 de agosto de 2008
"La Veinte" como síntoma
Toda la reflexión viene por la tarde en que sorprendí a una dama de armas tomar, y sobre todo de ojos amar, aparcada en "La Veinte", comprando la "goma" de repuesto que le habían robado. "La Veinte" es una calle y es también el síntoma, la estampa característica y definitoria de nuestro estado de cosas. Robo, complicidad e impunidad en una sola calle de barrio, como el "Caminito" de Buenos Aires, pero con dolo y sin tangos. Tantas décadas y décadas de latrocinio e impunidad han llevado al país a la masificación de la corrupción, a la delincuencia generalizada, y en eso estamos, en "La Veinte", como Santos Discépolo en "Las Cuarenta" que inmortalizó en bolero Rolando Laserie. Aquí, en vez de democratizar el acceso al trabajo, la salud, la educación, una vivienda; en vez de reconocer y homenajear la honradez y el esfuerzo con acciones y ejemplos, ay, -que don Juan no era Tico ni Peña congolés-, lo que hemos democratizado es la traición y el robo, favoreciendo la vagancia y celebrando el parasitismo partidario entre elecciones, o sea, todos los días. Y así estamos, así andamos, preguntándonos sin esperanza, ¿quién lanza la primera piedra? ¿quién le pone el cascabel al gato? Diógenes con su linterna. Pero los gatos, como los porteros, son de poco fiar, y aquí en todos los sótanos hay un muerto. Concho Primo y sus amigos nos condujeron a una invasión en 1916, que en 1930 nos instaló un tirano; luego, otra invasión en 1965 nos legó entre muertos un tiranuelo de malas artes y buenos versos, que desde el infierno sonríe feliz ya justificado. Salvo los jacuzzi de los moteles, según me cuentan, salvo un Blackberry con Internet, y más bellas mulatas de infarto, poco hemos cambiado los dominicanos en nuestras injusticias sempiternas. Han disminuido los muertos políticos y han aumentado los "vivos" económicos, la corrupción quiero decir. "La Veinte" nos desnuda y define, como nos retrata el caso Chevron VS. Transportistas, donde el Estado se irrespeta a sí mismo. Ambas, son estampas que revelan nuestra Edad Media institucional. Mañana aparece un reportaje CNN, o un embajador cita este absurdo disparate y aparecerá entonces un bulevar nuestro, sin razón, rabiándoles su intromisión, pero es que a este país no hay manera de que le llegue la hora feliz y definitiva de los pantalones largos, ni en "La Veinte".
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