Este es un bar por la palabra, el amor, los versos, o sea, la patria. Por un periodismo irreverente pero responsable... y para ciudadanos.
martes, 12 de agosto de 2008
País de tango
Cuando ayer cité el tango de Enrique Santos Discépolo no pensaba en amores contrariados "mal-idos" o bienvenidos, sino en el país, la patria: "Sola, fané y descangayada, la vi esta madrugada salir del cabaret. Chueca, vestida de pebeta, teñida y coqueteando su desnudez." Pero no estoy hablando de amantes sino de patria. Como un tango de Discépolo, así anda el país. Justo como el Cambalache que escribiera don Enrique en 1934, los dominicanos "vivimos revolcaos en un merengue/ y en un mismo lodo, todos manaoseaos." El país es un tango, solo que al contrario de los amantes vencidos en sus desamores, no es tiempo de llantos ni tragos cortos, sino de pantalones largos, no es el tiempo del lamento sino de la acción. Y ahí están las pruebas. Ahí está el drama con comas y señales, los expedientes y las complicidades. A partir de lo ocurrido en Baní, los dominicanos tenemos la oportunidad de agarrar el toro por los cuernos, o más bien la droga por la paca, y estamos a tiempo. (De militancia ciudadana tendremos que hablar un día de estos.) Creo firmemente que el narcotráfico y sus redes han logrado conquistar a miembros del Ministerio Publico, la DNCD, la Justicia, y los partidos políticos pero no a esas instituciones como tales, y esa es mi penúltima esperanza, y justo ahora, pienso en Subero Isa, en Radhamés Jiménez, y muy especialmente en Ramírez Ferreira, actual presidente de la DNCD: nunca como en los últimos cuatro años esa institución había capturado tanta droga, ni sometido a tantos presuntos narcotraficantes; en menos de cuatro años más de cinco mil miembros de la DNCD haN sido retirados, cancelados y/o sometidos por faltas, complicidad o negligencia en sus funciones. !Que las ramas del bosque no nos impidan ver el sol. El condón sólo debe ser usado para el sexo! El narcotráfico le está ganando la guerra a un Estado y a una patria tan "sola, fané y descangayada, tan flaca, chueca y vestida de pebeta,", tan herida de complicidades y colindancias familiares, que hoy no parece más que un tango, aunque el Fito, entro porros, pregunte lo contrario sólo para responderse: "¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón."
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