¿Ejecución, tumbe, venganza? Lo ocurrido la noche del lunes, en Ojo de Agua, Peravia, pudo ser causado por cualquiera de esas tres razones o por las tres al mismo tiempo, pero eso es lo de menos, lo de más es la complicidad social que el drama contiene, y que va mucho más allá de Baní, mire, que estoy hablando del país, oiga usted.
Hoy, la tragedia ocupa el tiempo de todas las instancias de la seguridad nacional, pero ese no es el meollo del drama que desnuda la tragedia, y que, insisto, va más allá de ese Baní singular, símbolo de laboriosidad y limpieza, herido de muerte en sus esencias éticas, ocupado hace años por una red de microtráfico que recorre sus barrios pobres y los que no lo son, cuyas mieles tocan a demasiada gente como para que se pueda saber nada.
Allí, como en el poema del indio Rómulo de Colombia, "nadie sabe nada de nada, por aquí no han pasado."
Pero no es Baní solamente, es el país y sus instancias casi todas y a tal punto, que con un poco de cuidado y dos cervezas, cualquiera en cualquier pueblo o campo del país, le da a usted un tours y le muestra los puntos de drogas y sus señores representantes de ventas. Lo que retrata y presenta esta tragedia, es el lamentable hecho, la confirmación veraz, "la dolorosa certeza", de cómo ha ido el narcotráfico adueñándose de la vida cotidiana de ciudades y barrios, en esquinas, colmadones, salones de belleza, residencias invisibles y otras instancias del olvido. Hablo de complicidad social. Habló de que el narcotráfico ha llevado su lucrativo excremento hasta los huesos de esta sociedad. Y en eso estamos. (!La familia, estúpido, la familia! y Baní era una familia.)
Los pueblerinos sabemos cómo y cuánto se habla de la vida del otro en un barrio. El chisme compite con el béisbol como deporte nacional. Pero en Baní, como en el resto del país, nadie sabe nada ni sabrá.
En los años setenta, en cualquier pueblo todos conocían los nombres de los cinco hombres más ricos. Uno tenía fincas de café, el otro era Presidente de una gran empresa agroindustrial, aquel coleccionaba colmados exitosos, y así. Pero hoy, en cualquier ciudad del país, herida de muerte, drogas y complicidad social: "Nadie sabe nada de nada. Por aquí no han pasado". Claro, "porque es aquí donde están viviendo."
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