Tal que ayer, sugería al Presidente Leonel que haciendo uso de su liderazgo nacional relanzara ética y "gerencialmente" su gobierno, imponiendo su visión, estilo y sus buenas formas a la marcha del Ejecutivo.
Justo ahora, que el país parece tocar fondo en sus múltiples crisis e inequidades, y nos faltan ciudadanos y nos sobran votantes; cuando nuestros gobiernos y partidos son tan clientelistas como gran parte de nuestro sector productivo es ineficiente y parasitario del Estado; cuando el reciente Informe de Desarrollo Humano ha venido a demostrar que los pobres nacionales siguen sin más poder que el la Magdalena, es decir, el amor, empobrecidos y hasta huérfanos de una izquierda que vive de la nostalgia sin pista de aterrizaje. Justo ahora, es el momento de los hornos. Para valorar la salud, nada tan útil como enfermarse… y estamos enfermos.
La receta política y económica para enfrentar la que se nos echa encima está en los manuales e informes de organismos internacionales, pero sobre todo está en el programa de gobierno, en los libros de Bosch, se esconde paciente en la Constitución boschista de 1963. El mismo equipo económico que le ayudó a superar la crisis de 2003-2004 está ahí. Estamos tocando fondo. El futuro era ayer.
Sólo se trata de aplicar una agenda nacional que priorice eficiencia y humildad desde la honestidad y sobre todo desde la transparencia. Y algo más, que usted sabe muy bien: una prensa incisiva y crítica es el mejor aliado de un gobierno con verdadera vocación democrática. (Su personal éxito político, -entre otros méritos que ayer cité aquí- tiene mucho que ver con esos años en que LF era la figura tolerante y conciliadora, paciente y humilde, de un partido donde más de uno practicaba “el sentido absoluto de la verdad”, espejo roto por encontrar, profesor, si no lo va a saber usted. )
Envíe la señal, señor Presidente, y el que se mueva despistado y arrogante que no salga en la foto. Siempre hay alguna embajada, algo en Washington. Al fin, como a los amantes, ay, a un mandatario "siempre le quedará París", Buenos Aires de Borges, la Babel de New York, o mejor, "pongamos que hablo de Madrid", con Sabina, off course.
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