martes, 24 de junio de 2008

Jimaní y el futuro de la democracia

Del trujillismo más degenerado y del balaguerismo doceañesco más cruel no ha transcurrido más que 47 años de uno, y 30 años del otro. Un segundo.
Sin embargo, a pesar de lo vivido y padecido, a pesar de lo que cuentan los abuelos y hasta los documentales de Fortunato sobre el perínclito de San Cristóbal y el oráculo del mal, de Navarrete, los dominicanos vamos por la vía como si aquello nunca hubiese ocurrido, haciendo todo lo posible porque desaparezca la democracia, esa democracia cuya aceptación casi universal como la mejor forma de gobierno posible es el hecho histórico más transcendental de todo el siglo XX.
Como una mujer bella, inteligente y pretendida, ay, los dominicanos seguimos llegando tarde a nuestras citas con la historia.
Incapaces de elegir un camino, sólo reaccionamos ante lo imprevisto, la tragedia, que es cuando nos brota entonces ese sentimentalismo latino, esa sensiblería andaluza, y queremos cambiarlo todo entre lágrimas, maratones de TV y lloriqueos. La tragedia de Jimaní, en mayo de 2005, nos recordó que el Sur también existe, pero después de tres años, un llantito, 20 casas y 100 camiones de alimentos, vuelva usted al sur, y se preguntará para qué c... le sirve a esa gente este poema desafinado de la democracia.
Llegan las crisis, las estadísticas nos denuncian, competimos con Haití y Bolivia en fallidos y faltosos, pero seguimos siendo incapaces de definir nuestras prioridades y ACTUAR, eso, ACTUAR en consecuencia.
La falta de autoridad nos gobierna en los semáforos, la delincuencia es tan aceptada socialmente que aquí la gente ya no roba sino que "se la busca", los partidos celebran sus corruptos, los gobiernos sus "amigos", y los actos de impunidad se conmemoran en los diarios cualquier día.
Por todo eso, cada vez son más los dominicanos que, -aunque votan- no moverían un dedo por defender una democracia papelera devenida en partidocracia sin participación popular -muerto Peña-, y sin sueños de patria ni vocación de servicio, difunto ya un viejo sabio de Río Verde "de cuyo nombre ahora no me puedo acordar/ Así que de momento nada de adiós muchachos/ me duermo en los entierros de mi generación/ cada noche me invento, todavía me emborracho/ tan joven y tan viejo like a Rolling Stone".
Pablomckinney.blogspot.com

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