martes, 10 de junio de 2008

Partidocracia, ciudadanía y poder

Tal que ayer hablábamos del Informe de Desarrollo Humano 2007, que ha venido ha demostrarnos que sin poder, responsabilidad ni militancia ante nuestra realidad social, los dominicanos somos apenas vulgares electores que no alcanzan la categoría de ciudadanos, y desde Grecia, sólo con ciudadanos se construye democracia, civilización, desarrollo sostenible.

Si en vez de electores en el país tuviéramos ciudadanos, con ese Informe y voluntad, nuestra partidocracia no tendría más que ponerse de acuerdo y aplicar al fin, la política de prioridades nacionales mil veces definida en cualquiera de los programas de gobierno de los propuestos por ella en 35 años y nueve procesos electorales presidenciales.

A la partidocracia nacional, (al PLD y lo que queda de sus sueños, al PRD y lo que de esperanza le resta), le falta voluntad para hacer lo que sus postulados fundacionales mandan, es cierto, pero también y sobre todo les falta ciudadanos que se lo exijan. Ahogado el PRSC en su fango de bisagra y Monte Piedad, hoy lo que tenemos en la partidocracia es un PRD negado a aprender de sus derrotas, activando tendencias como si fueran Tomahawk por estallar; y un PLD, en su mejor momento electoral, muertecito de éxitos pero también de indefiniciones, ganando elecciones y perdiendo identidad, inspiración, esencia.

¿Por qué al acercarse al Palacio Nacional nuestra partidocracia comienza a alejarse de sus fundacionales creencias y utopías? Posiblemente sea porque aquí cada dos años hay elecciones, y la historia ha demostrado que para ganarlas, Balaguer, -su clientelismo y sus marrullas, la corrupción como un arma, el erario como carnada- es más útil que Juan Bosch y su dignidad, Peña Gómez y su devoción por la participación popular y su abrir de ventanas. Sin ser inocente, nuestra partidocracia no ha hecho más que seguir los mandatos de un mercado electoral sin ciudadanos, tocar el son que desean bailar los electores, ¡porque no tenemos ciudadanos! Por eso, el pragmatismo vino a cenar y el arte de lo posible está aquí para quedarse.

Además de jóvenes con bellas piernas, ay, el PNUD tiene razón. Si queremos democracia verdadera, construyamos ciudadanía responsable, militante, y sobre todo "empoderada", que es una extraña palabra tan fea como socialmente útil.

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