EDESUR e incitación a la delincuencia

En los últimos tiempos, nuestra sociedad se ha ido convirtiendo en una gran incitación a la delincuencia, en todo un entramado jurídico político bien montado para penalizar todo lo que pueda ser decencia y laboriosidad, y, a la vez, para homenajear sin escrúpulos el latrocinio, la prevaricación, la indecencia, el tigueraje.
Muchos se quejan del aumento de la delincuencia, y yo me sorprendo de que no sea mayor.
Por las señales que nos envía EDESUR, por ejemplo, parecería como si el Estado estuviera interesado seriamente en que los dominicanos nos dediquemos a la delincuencia. Y tengo ejemplos: a Juancito Pérez Vidal, alias Tito, se le cumplió la fecha de pago de su factura EDESUR el 29 de junio, entre otras razones porque la empresa de marras y desamarres no se ocupó de enviársela, sin embargo, el 30, o sea, 9 horas y 15 minutos después, una brigada le cortó el suministro. Mientras esto le ocurre al Tito, grupos de terrorismo callejero y transporte adeudan millones de pesos al Banco del Estado y no hay gobierno ni María Santísima que lo mande "a legal", ni le incaute ni le corte nada, como se hace cada día en EDESUR y otras instancias con Tito y demás miembros del Club de los Pendejos, usted y yo, amigo lector.
Aquí la impunidad es una fiesta que nos conduce a un entierro: el de la democracia.
En Deprecos, fiscalías y otras instancias del olvido, se manejan expedientes con pruebas de la prevaricación más perversa, de la corrupción más abyecta, mientras a una joven mulata de ojos verdes, ay, de ojos verdes, don Radha, una agente de AMET le impone una contravención por pisar "el paso de peatones", y a su lado, ningún chofer de concho usa cinturón de seguridad, como si aquí sólo existieran leyes para ser aplicadas al Club los Pendejos.
El Club tendrá que revisar sus métodos, si quiere sobrevivir en una sociedad que gracias a EDESUR y sus abusos, ya sólo "es un buen proyecto para el mal", una gran incitación a la delincuencia.