El lunes fue día nacional de Juan Bosch. Antes fue 14 de junio, es decir, la dignidad. Meses atrás hubo un abril y también fue 24, luego fue 28. (Ay, los imperios en su crueldad).
Agosto 16 y Capotillo nos esperan. En mayo 10 recordamos a Peña Gómez, es decir, la solidaridad. En noviembre se alzan las banderas por Manolo, y en enero, el 26, se inicia el Mes de la Patria o sea de Duarte, y perdón por la redundancia.
Todo eso está muy bien, pero si revisamos la historia sabremos que el problema de los liberales, el de la progresía nacional, no ha sido nunca los homenajes sino los hechos, no ha sido el discurso sino la gerencia. Con sus honrosas excepciones, nuestra progresía ha sido siempre más eficiente llorando grandes muertos, que luchando por los pobres vivos desde un gobierno.
Hoy nadie niega el liderazgo nacional que ejerce, casi en solitario, -quizás, con don Hipólito en compañía-, el Presidente Fernández, pero, estratégicamente, el de mi ya viejo profesor es un liderazgo sin más ideología que el pragmatismo y el amor por los resultados, que resumen sus tres victorias electorales.
Aquí, derechos humanos aparte, la derechona siempre ha sido más eficiente en las acciones de gobierno que la termocefalia progresista. He ahí el drama de LF en estos días de armar un nuevo gabinete, justo en la antesala de una crisis que origina un petróleo alto, alimento escaso, crisis bancaria de USA, y dólar débil ente el euro. Joder.
El ala progresista del peledeísmo triunfante tendrá que apurar el paso. En acciones de gobierno, la derechona y el centrismo moderado le está ganando la competencia a la progresía de mucho Che Guevara, mucha ineficiencia, demasiada sordera y arrogancia, y escasa gerencia de gobierno. De Fito Páez hablaremos mañana, hoy, me conformo con citarlo: "yo ya no pertenezco a ningún istmo/ (pero) me gusta estar al lado del camino/ Nadie nos prometió un jardín de rosas/ hablamos del peligro de estar vivos.".
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