"Cristina era tan pobre, que no tenía más que dinero." J. Sabina. Cristina.
No sé qué pensarán ustedes, pero esta sociedad tan presa de las apariencias, tan felizmente alienada de "situados" en remesas y caricias del "filantrópico ogro", debe ser enfrentada cuanto antes a su realidad más verdadera, como si un espejo del salón de Las Cariátides fuera.
Claro que en un país presidencialista, el primer paso ha de darlo el señor Gobierno, que aquí viene a ser una especie de "big papi" sin jonrones pero con la María, que en este caso sería una margarita. Pero el país somos todos, y los problemas de unos cercan a los otros, queramos o no queramos.
Está muy equivocado quien piense que gracias su poder económico puede vivir aislado del resto de la sociedad. Sin importar condición económica, aquí, en el semáforo de La 27 y Lincoln nos juntamos todos. En Arroyo Hondo, por decir, en mil metros cuadrados conviven familias tan desiguales económicamente, que una podría vivir sin apuros con la mesada que gasta el hijo adolescente de la otra en LED y una marina. Aquí, el hijo del chinero y el del señor VIP de apellido sonoro terminado en "i", se encuentran en El Nacional de Camino chiquito. Precisamente, son esas colindancias sociales las que, si bien han fomentado la impunidad y el trafico de influencias, al mismo tiempo han evitado que pesar de nuestras sempiternas inequidades, los dominicanos nos hayamos entrado a tiros. Pero ese es otro tema.
En lo que el Presidente afina sus argumentos para el jueves conversar con la prensa económica y los corresponsales de agencias, desde la ciudadanía militante deben ir surgiendo propuestas que conduzcan no sólo al urgente ahorro, sino también a una convivencia más humana, centrada en la solidaridad y la buena vecindad, para que a nadie tenga que cantarle el Sabina, como una vez, en Las Ventas, cantó a Cristina: "Nadie le advierte que al cielo no se va en limusina/ qué mala suerte, que no acepte la muerte propina./Con su cara de dólar/ ha amortizado varios maridos/pero siempre está sola/ poniéndole una vela a Cupido. ¡Era tan pobre, que no tenía más que dinero!"
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