"Quiero darte a nadie, para que vuelvas a mí, sin haberte ido." J. Sabines.
El relato, verídico y conmovedor, lo vivió y contó en fraterna y etílica tertulia, el antañón amigo, ingeniero y poeta de los del número, don Mario Bergés. Esto nos contó un octubre, en santo lugar, el buen Mario: "Matilde era sencilla, natural, silvestre y bella. Incapaz del asombro. Para ella todo tenía su explicación en la naturaleza misma, así de simple. Para nosotros, ingenieros trabajando fuera de casa y viviendo en casa de solteros, era una gran ayuda. Nos cocinaba con amor y su menudo cuerpo se paseaba por la casa cuando hacía la limpieza o cuando nos ayudaba con la compra del súper. Su mayor desilusión había sido separarse de su esposo cinco años atrás. Una mañana de lunes llegó Mati acompañada de una hermosa niña de unos dos años, su hija. Al regresar del trabajo la tarde de ese lunes le pregunté con picardía: "Mati, ¿cómo es posible que tengas una niña de dos años si te separaste de tu esposo cinco años atrás?" Su respuesta silvestre aroma mi memoria. Bajando la mirada me dijo: "Fue que yo lo dejé queriéndolo" Lo que aquí cuento, ocurrió en Santiago de los Caballeros, al caer la tarde de un día de principios de abril de 1990 y no lo olvido. La historia de Matilde nos ayuda a descubrirnos frágiles, humanos, capaces de la entrega por amor. La economía no anda bien en estos tiempos y si ella anda mal, lo social y lo político no esperan mucho para descomponerse. Se acercan tiempos difíciles en los que tendremos que apelar a cuanto de humanidad tengamos dentro, para dar una respuesta solidaria e incluyente, que poniendo el acento en el hombre, nos eleve a todos en dignidad conjurando la pobreza en este mundo. Necesitaremos de Matilde."
1 comentario:
Gracias Pablo por este Bulevar.
Un abrazo, hermano.
Publicar un comentario