lunes, 8 de septiembre de 2008

Preguntas que desnudan

"Una pregunta te ha destrozado. Yo he regresado a ti desde la incertidumbre con espinas." La pregunta. P. Neruda. Como es viernes, en "La Casa" el Ginebra aún me fía, y Franklin ya no cierra "el bar de la esquina", podría comenzar este bulevar preguntado a la que espero: "¿Qué sería tu nombre sin ti?" Pero, no. No está el horno social para estas galletitas románticas, ni siquiera para las que de noche en madrugada les voy escribiendo a la Pagliari, "porque quiero quedarme en tu vida, para huir de la muerte que es tu ausencia". Las preguntas de este bulevar de viernes son más sociales, más preocupantes y sentidas que el mismísimo amor, incluso en sus olvidos. Son temas tabúes, de los que no se habla mucho en público. Temas que las familias prefieren dejar de lado en la sobremesa, como ocurría antes con el adulterio femenino o la homosexualidad, sólo que ahora hablo de la familia nacional, sólo para preguntar y preguntarme: ¿Qué sería de la estabilidad macroeconómica sin el lavado de activos y sus mieles? ¿Sería tan floreciente el sector de la construcción? ¿Qué sería de menudeo, de la paz social en los barrios, sin el narcotráfico jodedor, paleador del desempleo y la pobreza? ¿Qué sería de la "rentabilidad" de ciertos sectores de la agropecuaria nacional sin la mano de obra semiesclava por indocumentada y sin derechos ciudadanos, provenientes del Haití de todas las miserias? ¿Qué sería de la economía de hogares, barrios, municipios, comunidades sin el trabajo sexual de sus hijas, en el país y el extranjero? La estabilidad económica, social y política del país, no se corresponde con las malas cuentas nacionales, con el desempleo verdadero, el empleo chatarra, las deficiencias en los servicios sociales a los más pobres desde siempre. Algo hay en la economía nacional que no aparece en las cuentas del Banco Central, y hace flotar el país a pesar de los pesares. La corrupción se va adueñando del país, y es ya parte de la dinámica de subsistencia de más de un sector económico, social y político. Y algo habrá de ocurrir: Una sociedad no puede vivir indefinidamente, engañándose a sí misma, "como los monos de Gibraltar/ cierran los ojos para no mirar". Ahí están las preguntas sin respuestas, que, como ven, me han dañado la madrugada de este viernes cuando, recordando su piel y su cadencia, !ay! citando a don Ángel González, yo sólo debí preguntar: ¿"Qué sería tu nombre sin ti"?

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