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lunes, 15 de septiembre de 2008
Don Carlos Ureña Difó o la urgente necesidad de conocer a un marciano.
El hastío llega porque uno va por la vida confirmando el cambalache en que se ha convertido el país, donde todo parece estar cambiado: Petán supera en elogios a un tal Duarte, el teniente Masámbula es más recordado que el general Luperón, cuya casa se derrumba en Puerto Plata. Bosch es la antitesis perdida de lo que es hoy un político. Peña Gómez es un perdedor mientras Balaguer (por los votos de los legisladores del partido de Peña y el de Bosch) es el padre de la democracia, y hay llanto en los nombres las calles de la Urb. Fernández de la capital, y todo porque no resucita Rafael Leonidas. Delincuentes del rumor público son protagonistas de revistas sociales, las leyes son papeles para angustiar la existencia de los hombres de trabajo, la AMET sólo existe para torturar de afrentas a la clase media, incapaz de enfrentar a los sindicatos choferiles porque andan armados, hacen huelga, dañan gobiernos y una M, que no es de miércoles. Ante el cambalache que he presentado, o sea, después de la catarsis, les cuento que el otro día, en el antedespacho del administrador del Banco Agrícola, Paíno Abreu, encontré una revista que habla de un tal Carlos Ureña Difó. Don Carlos (nunca mejor utilizado el DON) es agricultor, tiene 78 años, ha tomado 71 préstamos al Banco Agrícola, los ha pagado todos, menos uno porque está en vigencia y lo mantiene al día. ¿Pero y de donde sacó Paíno a este loco? Yo tengo urgente necesidad de conocer a este marciano. (Cuando la madre de la Paola menor me llama para contarme que la niña hizo una de sus genialidades de adulta, siempre le digo: "no le tomes mucho a cariño, que yo creo que es marciana y un día de estos sus padres extraterrestres se la llevarán.". Así digo ahora de este don Carlos: Debe ser marciano, y antes de que baje una aeronave del cielo y se lo lleve de este mundo yo quiero conocerle. Este país, vencido en sus andanzas, en donde un Senador desparrama una provincia como tantas otras pueden ser desparramadas, y sabe uno que no puede pasar nada. Donde cada cuatro años alguien puede llegar al Estado en plan pordiosero, salir de empresario cuatro años después, y seguir tiñendo con su flow las páginas sociales, en un país así, yo tengo la urgente necesidad de conocer a don Carlos Ureña Difó, pues sospecho que, como la Paola menor, este caballero debe ser marciano.
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