Según la mayoría de las encuestas de cierta credibilidad y tradición, el PLD y su candidato tienen asegurada la victoria electoral en primera vuelta. Sin embargo, el PLD no puede olvidar lo principal.
La ya vieja estrategia de blancos y morados, -desarrollada con especial talento, extremada eficiencia y escolar dedicación por Leonel Fernández- ha dado sus frutos, y hoy vemos a un PRSC cocinado en su salsa, repartido y desgranando como un racimo en rojo, y a un LF, convertido, -a pesar de ser el presidente de un partido cuyo líder histórico se llama Juan Bosch, y cuyos intermedios rinden homenaje a Che Guevara, Albizu Campos y Salvador Allende-, vemos a un LF, ya digo, convertido en el líder del conservadurismo nacional, adorado por la derechona con pasión balaguerista, flanqueado siempre con afán y eficiencia por Rodríguez Pimentel, Lockward, Tito Hernández y otros destacadísimos dirigentes reformistas, por no mencionar el experimentado don Leonardo Matos y Berrido.
Sin embargo, este nuevo PLD, triunfante y triunfalista, pragmático aún sin Danilo, exitoso como Omega, populista como Fello, no tiene el derecho, -la historia no le otorgaría tal privilegio sin condenarlo- de olvidar lo principal: a Juan Bosch y sus ideas, por ejemplo.
He ahí el gran desafío del PLD y su próximo gobierno.
Hoy es ese PLD el partido mayoritario del país. Pero ha sido alto el costo de tanto éxito. Al fin, también puede la gente, los partidos, los gobiernos, morir de éxito, sobre todo si no se atreve a ir más allá del pragmatismo coyuntural y electoral, y se olvidan de lo principal. Juan Bosch, por ejemplo.
Gobernar es transformar, Y no hablo de edificios. Gobernar es educar y pienso en Bosch. Como la Embajada es sólo una, El Profesor sólo fue él.
El próximo gobierno, tercero y último de LF, será decisivo y definitorio para saber qué es hoy el PLD, qué queda de aquellos sueños de patria liberada, hasta dónde este balaguerismo electoral es tan sólo una estrategia, o si por el contrario, muerto de éxito y electorales epopeyas, se convertirá el PLD en un exitoso partido de derechas, sepulturero de dignos y patrióticos sueños, los de Juan Bosch, por ejemplo. Los peledeístas tienen la palabra y ya ven, hasta los votos.
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