Así como el Viernes Santo se presume un especial comportamiento de la feligresía cristiana hacia la figura de Jesús, así esperaba uno que la dirigencia perredeísta se comportara hacía la figura política que, supuestamente, inspira sus pasos desde 1937 hasta ayer. Pero no.
El fin de semana de Duarte, el más transcendental, lúcido, inmortal (solo la muerte es el olvido) y visionario de todos los dominicanos, se vio manchado de muerte por la desaparición física del más genial e irreverente caricaturista del país, Harold Priego. Pero la muerte de Harold fue un designio del señor, al que los hombres, -pobres diablos-, no podemos oponernos.
Pero de lo que sí tenemos control los hombres, en este caso, tiene control el hombre perredeísta, es de sus propias decisiones... y acciones, y en eso, ni siquiera Tatica, la de Higüey, tan generosa siempre con los dominicanos, puede meterse. (Aunque dada la violenta ira mostrada por los mi perredeístas de la facción de Hipólito Mejía, algo habrá hecho la señora, para que los heridos fueron solo ocho.)
La torpeza y tozudez de TODA la dirigencia del PRD de tan inconmensurable es increíble.
Tan increíble, como imaginar que esos dos grupos enfrentados hoy con tanta violencia, anarquía y terror, algún día, posiblemente en mayo de 2016, unidos ante una coyuntura electoral, saldrán a las calles a pedirle apoyo al resto de sus conciudadanos para, desde el Palacio Nacional, gobernarlos. ¡Joder!
Los perredeístas son los responsables fundamentales de su ruina y desprestigio.
Imagina uno, que la mano negra peledeísta debe haber hecho algo para azuzar esta debacle, pero de eso no tiene control el PRD que por su propia experiencia sabe muy bien que la estrategia de todo partido político es alcanzar el poder o mantenerlo; y que esa estrategia pasa por tácticas que incentivan y buscan profundizar las contradicciones de sus adversarios.
Lo que debilita a mi adversario, me fortalece.
Y no hablo sólo del caso dominicano, hablo de la lucha política en todos los escenarios de la historia, desde Bonaparte a Bolívar, desde Fidel a Barack Obama.
Con su autoflagelación y su autodesprestigio, el PRD está poniendo en peligro un sistema democrático que –óiganlo bien- no podrá mantenerse por mucho tiempo si es convertido en mesa de una sola pata. Al ritmo suicida a que va el PRD, llegará el momento en que el PLD morirá de sus éxitos electorales, solo para, también, ser el muerto en la funeraria. Y así no funciona una democracia.
La democracia de un solo partido es una contradicción en los términos.
El PRD está negado a ganarse el derecho de gobernarnos, y el PLD maneja con sumo cuidado y habilidad sus contradicciones internas para seguir haciéndolo.
Mientras tanto, no existe hoy en el escenario político ninguna agrupación que muestre signos de ser capaz de convertirse en una opción, -no de las minorías de Smartphone y polígono central de la Capital y Santiago- sino de las grandes mayorías nacionales, las que deciden las elecciones.
Ayer hubo dos escenarios en la política nacional: En uno, un PLD todo “patriótico” y desmemoriado, pero formal, disciplinado y arregladito “como pa’ ir de bodas”; y en el otro, un PRD desenfrenado, anárquico y violento, autodestruyéndose como un esquizofrénico en crisis.
Ante el espectáculo de los perredeístas al estilo circo romano, un peledeísta ilustrado, citando a Sartre podría decirnos: “Míralo ahí, Maquinini, ‘ellos, los demás, son el infierno’, míralos”. Tal vez, pero cuidado, (¡venga humildad y autocrítica!): Ustedes no son el paraíso.
Por todo esto, se busca “Vivo o en Sueños” un partido entre Duarte, Bosch y Peña, que rompa electoralmente la peligrosa “perfección” de nuestra imposible democracia de una sola pata.
Las democracias nunca pueden ser perfectas. Y si llegan a serlo, el partido vencedor, como la abeja, morirá con su “victoria”... y también la democracia.
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